Resulta evidente la necesidad de disponer a nuestros
jugadores sobre el terreno de juego conforme a un esquema previamente
establecido y conocido por todos. A
nadie es ajena esta necesidad, tanto en el mundo del fútbol como en cualquier
otro deporte colectivo.
La utilización de un determinado sistema de juego crea en
el jugador la seguridad de saber ubicarse espacialmente gracias a las
referencias que marcan los compañeros sobre el terreno de juego. Todos sabemos que posteriormente las jugadas
van a modificar esas posiciones y que solo algunos jugadores van a saber
mantener correctamente su posición. Si
el problema es colectivo será necesaria una buena dosis de paciencia por parte
del entrenador para intentar coordinar a sus jugadores. Un equipo que no se
ajuste con corrección a ningún sistema de juego corre el doble riesgo de caer
en la anarquía de su juego, así como de perder las referencias definidas por
los jugadores limítrofes con la posición que cada uno ocupa.
Sistema de juego como sistema de referencias
Si entendemos el sistema de juego como un valor de
referencias, conviene aclarar que cada posición limita en el campo con otras,
cuyo número puede ser mayor o menor.
Existen varias posibilidades al respecto:
1) Posiciones con muchas referencias.
Suelen ser
lugares centrales del terreno de juego.
Si el equipo domina bien su propio sistema, el jugador saldrá
reforzado. Pero, si no se domina
correctamente o si la situación del juego está demostrando que el rival es
capaz de acumular más jugadores de referencia en esas posiciones, nuestro
futbolista necesitará de su talento e intuición.
2) Posiciones con pocas referencias en zonas
laterales.
En general
son las posiciones más fáciles de ocupar porque a lo largo del terreno de juego
el jugador limita con la banda. Su
perspectiva del campo tiene que ver únicamente con lo que sucede a uno de sus
costados. No es de extrañar que muchos
entrenadores coloquen en la posición de lateral a algunos de los jugadores más
débiles de su plantilla puesto que es más fácil colocarse y la participación en
el juego es menor.
3) Posiciones con pocas referencias en zonas
centrales.
Se trata
especialmente de los delanteros y los porteros, pero también de los defensas
centrales en equipos en los que la defensa juegue adelantada. Estos jugadores deben poseer un marco de
referencia interiorizado porque es común encontrar jugadores en estas
posiciones tratando de encontrar espacios justamente en la zona contraria a la
natural para crearlos (en el caso de los delanteros) o encontrarse aislados e
indefensos ante el rival (en el caso de los defensas). Esta situación explica el fracaso de algunos
jugadores de amplio prestigio al fichar por algún equipo importante. Si un defensa es buen marcador, fuerte y
expeditivo pero, en cambio, lento y poco intuitivo, hay bastantes posibilidades
de que se produzca ese fracaso. No es
fácil encontrar los jugadores adecuados y la solución más común suele ser
retrasar la línea defensiva. Poseer a Ramos
y Varane o a Pique, Puyol y Mascherano es un lujo al alcance de pocos.
Sistema de juego como dominio del espacio
Existen otros tipos de relaciones entre el jugador y
el espacio. Son las que tienen que ver
con la posición y la trayectoria. De
este modo, algunos jugadores ven siempre el campo por delante (los porteros y
los defensas), mientras otros deben enfocar hacia atrás (los delanteros y, a
veces mediapuntas y centrocampistas), perdiendo de vista fácilmente algunas de
las referencias que puedan tener a su alrededor. Parte de las dificultades que entraña la
posición de delantero tienen que ver con esta circunstancia de tener que ver el
fútbol al revés que los demás y con poco tiempo para pensar. Raúl era el ejemplo más claro del buen
desenvolvimiento del delantero en este sentido.
Si no tenemos delanteros con estas capacidades habrá
que facilitarles la labor con un buen trabajo de conjunto y un sistema de juego
que beneficie más sus cualidades.
En función de las capacidades propias que posean
nuestros jugadores deberemos utilizar el sistema de juego que creamos más
conveniente.
1) Ante jugadores con gran dominio del espacio.
Pueden ocupar cualquier posición que se adapte bien a sus
cualidades sin necesidad de depender del sistema de juego elegido. Siempre van a amoldarse a las necesidades e
incluso necesitan menos referencias para desarrollar su juego, así como
ampliarse las distancias con respecto a ellas.
Los ejemplos claros son los de Xavi, Özil, Pirlo o, en su día, de la
Peña y Guti, jugadores capaces de encontrar un pase sencillo y resolutivo,
enlazando con un compañero que se encuentre a bastantes metros de distancia.
2) Ante jugadores menos perceptivos de su entorno
de juego.
Habrá que arroparlos con jugadores a su alrededor o
situarlos en la banda. El primer caso
estará siempre en consonancia con la necesidad de poseer buenas condiciones
técnicas o cualquier otra capacidad resolutiva.
Una vez que sepamos si nuestros jugadores son capaces de
asimilar los conceptos espaciales, o cuántos de ellos están en disposición de
hacerlo, podemos tener una idea de qué sistema de juego puede ser el más
conveniente para el equipo.
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