Tiene la suerte de jugar al lado
de unos centrocampistas bárbaros.
Posiblemente nunca se haya reunido tanto talento en la línea media que
la que él puede vislumbrar en cada partido que disputa, tanto en su club como
en la selección. Esto es una ventaja,
qué duda cabe.
En
todo caso, sus cualidades son sensacionales. Su colocación, siempre adecuada, permite a sus
compañeros actuar con la fluidez que el equipo necesita. Desde su posición privilegiada consigue
dominar todo el terreno de juego, realizando movimientos, entre sutiles y
eficientes, pero siempre con sentido.
Cuando el equipo se estira por las bandas de ambos laterales, se sitúa
entre los centrales, si lo hace por un solo lado, apoya esa banda, ejerciendo
de lugarteniente de su compañero en la medular, cuando es un central quien se
adelanta, él permuta la posición. No es
extraño verle en campo contrario, ejerciendo de punta inferior de cualquier
tipo de figura geométrica (rombo o triángulo principalmente) para ejercer de
auténtico pulmón y desplazar el balón con el oxígeno que supone desviarlo hacia
el compañero mejor situado en la zona del campo en que mejor pueda obtenerse
una superioridad numérica.
Su
juego defensivo es extraordinario. En ocasiones
ha actuado de central, pero su lugar más brillante es el de corrector del
sistema cuando el equipo acude muy arriba a presionar o cuando se generan
superioridades defensivas en situaciones de 2x1 ó 3x2. El equipo continuamente asume riesgos: se
estira, sitúa la defensa muy adelantada, coloca gran cantidad de jugadores por
delante de la línea del balón. Busquets
no es solo la corrección del sistema para ocupar una posición defensiva, no es
solo un balance cuando el equipo ataca, es una salida limpia del balón.
Verle
jugar contra los grandes equipos es una auténtica lección. Su intensidad, su sentido del juego y su
ubicación en el campo siguen siendo los mismos el día que juega una gran final
o el día que se enfrenta a los equipos que más aprietan por carácter en la
presión o por poderío físico. Observar
con detenimiento su juego cuando el equipo le necesita frente al Real Madrid es
un clínic permanente. Nada más agradable
para la vista que ver la sutileza con que es capaz de hacer una “ruleta” o
darse la vuelta para ofrecer una salida frontal ante la presión de dos
rivales. Apenas dos toques de balón y
una magnífica protección le sirven para apartar del juego a sus oponentes. Ayer lo hizo varias veces mientras Ancelotti
se empeñaba en situar a Bale sobre su posición.
Superarle a él y al apoyo del medio (Khedira, normalmente) ya suponía quebrar
una línea del oponente y clarificar situaciones posteriores, con espacio y con
referentes múltiples.
Escribía
Ramón Besa en el diario El País el
pasado lunes: “Jugar con grandeza significa también jugar con pasión, con
sentido de la aventura, con alegría, con rebeldía, con riesgo y con
ambición. Jugar como Busquets”.
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