lunes, 10 de febrero de 2014

LOS QUE PIERDEN SON A VECES LOS QUE GANAN

           Recuerdo bien mis inicios en el mundo del deporte.  Siempre me gustaron los deportes de equipo y empecé jugando al baloncesto con siete años.  Dos temporadas después nos mostraron en el colegio las excelencias del balonmano y varios de mis amigos decidieron apuntarse, de modo que aposté por cambiar de deporte.  Aquella era nuestra primera temporada, como la de otros muchos, teníamos un equipo de pocos jugadores y los monitores que venían al colegio después no se quedaban a los partidos de los sábados.  De modo que, los dos padres, el mío y el de un compañero, nos acompañaban y hacían las veces de mentores nuestros aquellas mañanas.  Ganamos pocos partidos, pero tampoco los perdimos todos.  A mí no me iba muy mal, algún golillo conseguía.  Estoy seguro de que hoy, 27 años después, ninguno de mis compañeros recordará qué partidos ganamos, qué goles marcó cada uno o en que puesto se clasificó el equipo.  Pero seguro que todos recordamos que, tras cada partido, los dos padres nos invitaban a una Coca-cola, siempre en el mismo bar, donde nos esperaba siempre el mismo camarero, que intuía que una vez más habíamos perdido, pero que llegábamos tan felices a por nuestro refresco y una partida de pinball. 

                Muchos años después inicié mi camino como entrenador, primero de balonmano, después de fútbol.  Para esta primera experiencia, me acogió el club más cercano a mi casa y también el más cercano a muchos corazones.  Sin duda el C.F. Asociación de Vecinos Valleaguado ha sido el club que más me ha dado y así lo recuerdan también muchos de los que jugaron allí por aquel entonces.  La estructura interna era familiar, con varios directivos, las ideas claras en cuanto a las tareas de cada uno y una mesa redonda, que dejaba claro que ni el Presidente ni ningún otro era más que nadie.  Este buen funcionamiento permitió colocar a varios equipos del club muy bien posicionados en el fútbol base madrileño.  Pero seguro que los chicos recordarán que en la bolsa de cada equipo había unos 20 refrescos.  Una estructura que soportaba diez equipos (dos por categoría) significaba un gasto semanal por unos 200 refrescos.  Cierto es que los ponía la Asociación, pero también lo es que ese dinero podría haberse invertido en cualquier otra cosa o haber acabado en algún bolsillo.  Como por aquel entonces empezaron a surgir muchos comentarios en torno a la dieta de los jugadores, se propuso que el modelo no era del todo correcto, de modo que se sustituyeron lo refrescos por algo más saludable: así fue, 200 zumos cada fin de semana.

                Seguro que muchos piensan que esto es normal.  La verdad es que, después de haber pasado por clubes de diferente tamaño, puedo decir que esto no sucede o, al menos, yo no lo he visto.  Clubes más importantes ofrecen más posibilidades de ganar partidos pero poco más.

                Ahora, mi hijo tiene 6 años y ha decidido apuntarse al equipo de fútbol que entrena en el cole, el Rayo Arriacense.  Como me pasó a mí, le ha podido más compartir tiempo con sus amigos y compañeros que otra cosa.  Recientemente han iniciado una competición de futsal prebenjamín en la que hay inscritos 38 equipos de la provincia de Guadalajara.  Ellos son de los más pequeños, nunca antes habían jugado y se llevan goleadas de escándalo.  Tal es el motivo por el que algunas voces ya empiezan a ser críticas, también por eso normalmente me siento en algún lugar apartado.  Ya he tenido bastante.  La competición es algo desleal: los rivales presionan sin apenas permitir sacar de centro, celebran los goles como si estuvieran jugando la Liga de Campeones y los papás se levantan con cada gol.  Eso sí, en nuestro equipo, después del partido, hay chocolatinas para todos.  Es curioso, una especie de déja vu, o de noria que da vueltas para hacer repetir la historia.  De nuevo los más modestos son los que más ofrecen.  Tampoco me extraña y me alegro bastante porque quien coordina todo esto es una persona volcada en materia humanitaria.

                Hoy se ha producido una nueva victoria porque se ha otorgado el premio al mejor dibujo del escudo del club (curiosa pero bonita iniciativa para fomentar el carácter creativo e integrador en el equipo).  Cada uno tenía sus expectativas al pensar que su dibujo pudiera ser el elegido.  La sorpresa ha sido mayúscula: medalla para todos los participantes.

                A lo mejor hay quien piensa que el equipo pierde y va a perder mucho y que, tal vez acabemos los últimos.  No estoy de acuerdo, somos los primeros.  Y por goleada.