jueves, 14 de agosto de 2014

TERCERA HEREJÍA HOLANDESA

                El fútbol holandés ha aportado al deporte mucho más de lo que podría esperarse de un país tan pequeño y de unos recursos tan reducidos.  Sin embargo, la aparición de grandes talentos, bien dirigidos desde la base gracias al modelo de sus grandes escuelas, ha generado equipos inolvidables y modelos tácticos imitables en todo el mundo.  Los conceptos de “fútbol total”, “naranja mecánica” o “cruyffismo” estarán siempre asociados al fútbol holandés.  Y se trata de formas brillantes de entender el juego, tanto que les ha llevado a conseguir una Eurocopa de Naciones y jugar tres finales de la Copa del Mundo, además de ser una de las clásicas, permanentemente vinculada a la buena elaboración y a la lucha por los puestos de honor.  También lo atestiguan las seis Copas de Europa obtenidas por tres de sus equipos (solo Italia e Inglaterra tienen tantos equipos campeones).

                Tan importante como el éxito ha sido también el modo de obtenerlo.  Ahora que el modelo fuertemente capitalista y globalizado ha perjudicado notablemente a sus clubes, la forma de entender el juego se mantiene intacta en la liga neerlandesa: sus equipos siguen jugando con tres delanteros, los extremos son indiscutibles, la cantera es un valor máximo, los ojeadores encuentran perlas en los lugares más insospechados y los jóvenes reciben oportunidades para mostrar su talento.  Ajax, Feyenoord y PSV ya no son referencias en el fútbol europeo y sufren crisis de resultados con demasiada frecuencia pero otros equipos han ocupado su mismo lugar y destacan por su fútbol vistoso y su aparición con fuerza en la Europa League.  Es el caso de Twente, AZ Alkmaar, Vitesse o Heerenveen.

                Pero algo ha cambiado.  Exactamente, desde el mismo momento en que España decidió jugar “a la holandesa”, la selección de los Países Bajos ha cambiado su identidad.  Tal vez, molestos y decepcionados por la falta de títulos y por su inferioridad frente a aquellos que apuestan por el cheque y por la especulación, desde la Federación parece que entendieron que así no podían continuar.  Pero, a la vista de los resultados, no creo que se les pueda dar la razón.  Se ha transgredido la identidad para crear nuevas maneras y los resultados, pese a todo, no han llegado.  Alguien podrá esgrimir que han logrado mejorar su presencia, que ahora son más poderosos y que generan una sensación de temor en sus rivales; también, que los resultados no tardarán en llegar si siguen por este camino.  En cambio, no creo que nada de esto pueda dejar de existir si mantienen lo que han sido siempre en lugar de buscar inspiración en aquellos que otrora les derrotaran y pugnaran con ellos por imponer su estilo (la Alemania de los 70, los equipos ingleses de los 70 y 80, los italianos de finales de los 80 y primeros 90…).

               Durante la Eurocopa de Austria-Suiza 2008, la Holanda de Marco Van Basten quedó encuadrada en el Grupo C, junto a Italia, Inglaterra y Francia.  Un grupo durísimo del que salieron vencedores en todos los partidos.  Fue entonces cuando se empezó a hablar de las maravillas del nuevo equipo holandés, al que rápidamente se le puso el cartel de favorito.  Nada más lejos de la realidad: por primera vez, vi a Holanda jugar replegado, temeroso y a la contra.  Eso sí, era un equipo joven y con posibilidades de futuro.  En cuartos de final  se encontraron con su compatriota Guus Hiddink y una Rusia que sí jugaba realmente bien al fútbol.  El partido de Arshavin fue colosal y Holanda hizo las maletas antes de lo que muchos esperaban.  En semifinales, España, jugando “a la holandesa”, hizo uno de los mejores partidos que se recuerdan para derrotar por tres a cero a los rusos.

Con Van Basten fuera de combate, la Federación optó por entregar los mandos a Van Maarwijk de cara a la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010.  El equipo llegó a la final y solo fue superado por España en la prórroga.  Supongo que los “turistas futbolísticos” (como se reconoce a sí misma la articulista argentina Leila Guerriero, para referirse a aquellos que se asoman al fútbol solo cuando hay un partido muy mediático o una gran competición) pensarán en España que el fútbol holandés es sucio, feo y defensivo.  Esa fue la única sensación que mostró el equipo de los Países Bajos durante su segunda herejía, mantenida hasta 2012, cuando en la Eurocopa de Polonia-Ucrania, y manteniendo el mismo estilo, la selección cayó eliminada en la fase de grupos sin obtener un solo punto.

Los amantes del buen fútbol y de lo holandés nos frotamos las manos cuando la apuesta por Louis Van Gaal se supo que sería la manera de encarar el recientemente finalizado Campeonato del Mundo de Brasil 2014.  Van Gaal siempre apostó por el buen fútbol en todos sus equipos: Ajax, Barcelona, Bayern Múnich y selección holandesa en una primera y decepcionante presencia.  Siempre al ataque, con el balón por bandera y dominador del juego.  Que el sorteo les emparejara con España en un primer partido no hacía presagiar que fuera a cambiar el estilo.  La obsesión tacticista del técnico cabía hacer ver un posible duelo en el que cedieran parte del dominio a favor de alguna cuestión estratégica que pudiera sacarse de la chistera.  No fue así.  Fue mucho más allá: apostó por una defensa de cinco jugadores y dos centrocampistas de poca calidad, que mantuvo a lo largo de todo el campeonato.  Apenas dio opciones a su mejor centrocampista ni a sus dos extremos puros, al margen de Robben, su jugador estrella, al que situó en una posición más centrada para renunciar por completo al juego por bandas.  A esperar y a sorprender al contraataque.


Ésta ha sido la Holanda de las últimas cuatro competiciones de selecciones, la de las tres herejías consecutivas a su modo de entender el fútbol y la vida; un equipo que se ha mostrado como una roca, cerrado y poco creativo frente al estilo de sociedad neerlandés tradicional, que se ha traspasado al fútbol, y que apuesta por el individuo, la apertura y la libertad.