Por motivos poco claros hay
entrenadores a los que podríamos clasificar como de alto perfil (Capello,
Mourinho, Benítez, Ancelotti, Scolari) más allá de sus logros deportivos,
mientras otros son de bajo perfil, también con independencia de sus
éxitos. A este segundo grupo pertenece
el chileno Manuel Pellegrini. Mientras los primeros reciben todos los
elogios de la prensa internacional y tienen sobre la mesa jugosas ofertas
(económicas y deportivas) de los principales clubes del mundo, los segundos han
de pelear por hacerse un hueco día a día y demostrar cada semana que son
válidos. Los primeros cobran más que sus
jugadores, los segundos tienen que sacar a flote deportivamente los barcos que
se hunden (como Del Bosque en el Real Madrid, Míchel en el Sevilla, Mel en el
Betis o el propio Pellegrini en el Málaga).
Mientras a los primeros les fichan una pléyade de estrellas mundiales
arrasando el mercado e imponiendo su poderío sobre el resto de clubes (cuán
amargamente se quejan si no llega algún refuerzo), los segundos deben lidiar
con lo que haya (aunque no haya banquillo o se venda a Kanouté o a Cazorla).
Manuel
Pellegrini llegó al Real Madrid en la temporada 2009-2010 de la mano de Jorge
Valdano ante la imposibilidad de fichar a un entrenador de perfil alto, como
deseaba Florentino Pérez. Llegó al club
avalado por el estupendo rendimiento obtenido en el Villarreal, al que llevó a
las semifinales de la Liga
de Campeones y a un subcampeonato liguero, realizando además un fútbol
preciosista y de calidad, únicamente igualado en el mundo por aquel entonces
por el Barcelona, el Arsenal o la selección española. Cuando inicia su proyecto debe enfrentarse a
un Barcelona, campeón de todo y con el proyecto de Guardiola a pleno
rendimiento. En pocos días el club vende
a dos fabulosos futbolistas con los que él contaba a cambio de un vestuario
lleno de esas súper figuras mundiales que tanto gustan a Pérez.
Por
algún extraño motivo, quizás por aquello del perfil, recibió sonoras críticas
por parte de un sector del madridismo, en especial los seis o siete columnistas
de escasa calidad periodística y menos aún futbolística, así como el entonces
director del Diario Marca (omito sus nombres pues no merecen su consideración
aquí). Este panfleto deportivo se dedicó a ningunear al chileno (como hizo su
presidente), llamarle despectivamente “ingeniero” (la ignorancia hace que
algunos piensen que el fútbol es una cuestión de machos, alejada de los
pupitres y del conocimiento) y a perseguirle ante cada mal resultado, que para
su desgracia se produjo en muy pocas ocasiones.
Mediada la temporada iniciaron una campaña para encontrar un nuevo
entrenador y lanzó una encuesta entre los seguidores madridistas que
supuestamente apostaban por aquellos técnicos de alto perfil. Esta encuesta era una auténtica estafa puesto
que los madridistas no lectores de Marca no estaban siquiera al tanto de que
hubiera gente en contra de Pellegrini.
El día que el Barcelona ganaba su segunda liga consecutiva, este diario
titulaba en grandes letras: “Estás despedido”.
Por supuesto, pocos días después, y ante la sorpresa de buena parte de
los aficionados del Real Madrid, Pellegrini era despedido. El linchamiento continuó cuando se incorporó
a la disciplina del Málaga.
Sin
embargo, fiel a su estilo humilde y callado se dedicó a trabajar y a seguir
fiel a su propuesta. Pellegrini no pudo
dar al Madrid la calidad que ofreció en el Villarreal ni tampoco la que está dando
al Málaga (quizás porque en el Bernabéu solo gusta ganar y ver a gente “que le
echa huevos”, lugar donde los buenos tienden a ser pitados).
El
Málaga se ha clasificado para jugar la
Liga de Campeones y ayer, en su primer partido, ofreció todo
un recital de fútbol. Ya me gustaría ver
a su antiguo equipo un repertorio tal, tanto en número como en variantes, de
desmarques, paredes, cambios de orientación, triangulaciones y movilidad de los
jugadores durante el ataque estático. La
incorporación de jugadores a líneas posteriores, el trato al balón, el ritmo de
juego, el sinfín de acciones uno contra uno forzadas en situaciones de peligro,
confieren a este Málaga un lugar entre los grandes del fútbol de calidad.
Reconozcamos
a Pellegrini su mérito (en Málaga es aclamado y adorado por no haberles dejado
tirados en un momento crítico como el que sufren) y sigamos disfrutando.
En efecto. Yo soy de la opinión de que si el entrenador gana con un equipo de un nivel medio y sin estrellas tiene mucho mérito, pero si este gana con un equipo lleno de estrellas como son Messi o C.Ronaldo entre otros para mí y en mi humilde opinión, tiene muy poco mérito. Escritor de The Speedy New
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