Es fácil confundir la competición
con el espíritu olímpico, así como nuestros gustos y preferencias en materia
deportiva con el verdadero logro deportivo.
En un país con una cultura deportiva tan mala como el nuestro siempre
resulta reconfortante encontrar ejemplos que circulan en la correcta dirección. Uno de ellos es Gabriel Masfurroll, escritor,
ex vicepresidente del F.C. Barcelona y actual vicepresidente de la Fundación de dicho club,
además de fundador y director de la Fundación Álex, creada en honor a su hijo,
prontamente fallecido y afectado por la anomalía genética de Síndrome de Down.
Gabriel Masfurroll escribe en Diario Marca en una columna llamada
“Cartas a Álex”, en la que se dirige directamente a su hijo a modo de carta y que
cierra con algún entrañable recuerdo del tipo de “t´estimo molt y
t´anyorem”. El domingo 12 de agosto
escribía así:
“Sigo
ensimismado y muchas veces emocionado los JJ.OO. Cada deportista tiene su historia y sus
logros suelen ser proezas para ellos. Sabes bien Álex, que conseguir competir en
unos JJ.OO. no es nada fácil. La
presión, los años de esfuerzo y sacrificio son enormes. Pocos saben lo que esto representa. Me sorprende y desilusiona cómo “desde fuera”
solo se valoran las medallas y a veces si no son de oro, parece que has
fracasado.
¿Sabes Álex? Hemos
creado una sociedad donde solo valer ser el mejor, donde ser segundo o tercero
por no hablar de posiciones peores, ya se considera un fracaso. Está claro que ganar y conseguir la victoria
es la mejor recompensa que se puede conseguir, pero los no deportistas no
pueden saber que una vez tienes la medalla en la vitrina, la competición
empieza de nuevo.
[…] El deporte es una carrera de maratón. Dura años y suelen triunfar, cada uno a su
medida, aquellos que trabajan duro y se esfuerzan al máximo. Los triunfos llegarán o no, pero a título
personal, mejorar ya es un éxito.
Aquellos que piensan
que los éxitos se consiguen sin esfuerzo, están destinados al
fracaso. Jamás hay que presumir de ser
el mejor, eso hay que demostrarlo. A mí,
estos Juegos me han servido para descubrir fantásticas historias de superación
personal que demuestran que lo importante es no dejar de mejorar jamás. Álex, los JJ.OO. son la expresión más
fidedigna de lo que es el mundo real”.
Así es, el sentido más auténtico del
deporte se vincula con la superación personal, la competición sana, libre de
trampas y fiel muestra del dominio corporal y técnico, para llegar más alto y
más lejos (recordemos el lema olímpico: citius,
altius, fortius), y con la confraternización entre pueblos, en una plena
demostración de tregua internacional en la que tienen cabida todos los países
del mundo, aunque sea con una pequeña y poco relevante delegación.
El deporte olímpico muestra el valor
del entrenamiento para llegar a la cita cada cuatro años (es decir, una
olimpíada), la dificultad para poder hacerlo con pocos medios y sin ninguna
repercusión en los medios, como es el caso de la mayor parte de los deportes,
pero es también la ilusión personal y el sueño de todo un país por ver a los
deportistas más grandes del planeta, a los que más dinero ganan, a los que
alumbran todos los focos permanentemente, emocionándose por el logro obtenido y
escuchando el himno nacional, compartiendo un momento con sus millones de
seguidores, o llorando amargamente, como Manu Ginobili, por no haber podido
ofrecer esa gloria a sus compatriotas por haber obtenido el cuarto puesto.
Durante quince días nos olvidamos de
los males nacionales y de los millones que los patrocinadores y las
televisiones ofrecen a las grandes competiciones de fútbol o a la Fórmula 1. Todo eso queda en segundo plano y el
deportista, con sus glorias, sus miserias, su historia propia en fin, pasa a
ser el individuo, la persona, que es de carne y hueso, que se emociona, sufre y
se esfuerza, como todos los demás, como cada trabajador que da de comer a su
familia.
Por favor un pequeño matiz, el síndrome de down no se padece porque no es una enfermedad, es una anomalía genética.
ResponderEliminarPor favor un pequeño matiz, el síndrome de down no se padece porque no es una enfermedad, es una anomalía genética.
ResponderEliminarTengo una prima con esta enfermedad, la aprecio mucho, sobre todo la labor que hacen sus padres para educarla. Se puede comparar con la fuerza y entusiasmo que ponen los entrenadores de deportistas en sus atletas. El espíritu olímpico se diferencia del futbolístico o automovilístico en que se hace en honor al deporte, y no a las televisiones como hacen estos últimos. Por cierto, a toda esa gente que menosprecia a la gente con el síndrome de down, algo muy de moda hoy en día llamar subnormal, les diré una cosa: Los subnormales no nacen, se hacen. Escribe esto el escritor de The Speedy New
ResponderEliminarGracias por el cambio. Y respecto al comentario anterior muy de acuerdo en todo menos en nuevamente el uso de "enfermedad " el síndrome de down se tiene o no se tiene, y no se padece porque no es una enfermedad. Las palabras son tan poderosas como algunos actos y si empezamos cambiando algunas de ellas quizás logremos un mundo un poquito mejor.
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