Nos
encontrábamos en medio de una interesante dialéctica: ¿merece la pena fijarse
una meta y plantear todos los esfuerzos
para alcanzarla o es preferible disfrutar del camino recorrido hacia esa meta
pero dejándola de lado hasta que llegue el momento?
En
el epicentro de la cuestión se encontraba la entrevista a Mireia Belmonte publicada por El
País Semanal, en la que mostraba una vida dedicada al entrenamiento con la
mente puesta en el oro olímpico. En una
de sus afirmaciones confiesa que “competir le gusta más que nadar”. Encomiable tarea, sin duda, pero esta
propuesta tiene mucho que ver con la tan ambicionada cultura del esfuerzo, que algunos tratan de imponernos como axioma
básico del éxito y de mejora del rendimiento.
El deporte es mucho más que dedicar horas a entrenar con el objetivo de
competir, diría incluso que es un muy escaso bagaje porque por el camino nos
hemos dejado todo lo que realmente hace grande al deporte: disfrutar, compartir,
jugar, vivir, soñar, enriquecerse... Siempre, por supuesto, con otros deportistas
que también hacen deporte de forma saludable. El deporte planteado como Mireia Belmonte deja
de ser una actividad saludable y simplifica la actividad al logro, olvidando el
camino. En todo caso, ella es
triunfadora; sin embargo, si el éxito no se alcanza, en el entreacto se habrán
quedado cuatro años de sacrificio y ni una sola recompensa. Muchas veces valoramos a los deportistas por
sus logros pero, si todos hicieran lo mismo, convertiríamos la actividad deportiva
en un cementerio de fracasados, puesto que solo gana uno.
Quien
disfruta con la práctica de su deporte favorito no comprende este punto de
vista. Tal fue el caso de una alumna,
que practica natación y se sintió ofendida por el planteamiento de nuestra
exitosa nadadora. Eso cree también Andrés Iniesta, que afirmaba (Diario El País, 6 de enero de 2013): “Así
vives, así juegas. Por mi forma de ser,
las dos cosas, los dos mundos, son solo uno. […] Me aferré al fútbol para superar los peores
momentos. Al fútbol y a mi gente. […] La
idea que tengo del juego es lúdica, natural, la del colegio de Fuentealbilla”. Y apostilla: “Lo importante no es llegar al
éxito, es disfrutar del camino”.
En
el transcurso, por tanto, quedan muchas cosas.
Johan Cruyff decía que el
fútbol se resume en dos conceptos: uno es pasar el balón; el otro,
controlarlo. No habla de éxito, no habla
de goles, simplemente de la sensación de hacer bien lo más simple pero también
lo más difícil: partir de cierta situación para tratar de encontrar la ruta
hacia la portería contraria.
Y mientras se sucedían artículos
en prensa, en los que Roberto Martínez
(entrenador del Everton) aseguraba haber instaurado el toque en Inglaterra, Paco Jémez (entrenador del Rayo Vallecano)
mostraba el valor de sus entrenamientos a partir de la variedad de tareas, y Xavi Hernández valoraba el pase como
valor supremo del fútbol, entonces, uno de mis más retóricos compañeros resumió
la idea de forma brillante: “es que un
pase de Xavi es una sublime alegoría de la vida”.
alegría*
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