Hace ya bastante
tiempo que se ha extendido una moda táctica que, por desgracia para el buen
paladar futbolístico, se repite más de lo deseable: cuando un equipo sufre la
expulsión de un defensa, inmediatamente el entrenador sustituye a uno de sus
futbolistas más adelantados para sacar del banquillo a un defensa que ocupe el
lugar del expulsado, independientemente del minuto de juego y de la dinámica
que hasta ese momento llevara el partido.
Es decir, de forma voluntaria el entrenador cede el control del partido
a su rival y renuncia a su ataque con el fin de mantener el resultado que haya
en ese momento o a la espera de que alguna situación, más especulativa que
elaborada, pueda ofrecer algo de positivo para el equipo.
La prueba nos la
ofreció el Real Madrid con sus dos primeros equipos hace un par de semanas. Durante el polémico partido que enfrentó al
equipo madridista con el F.C. Barcelona, Sergio Ramos resultó expulsado en el
minuto 63, cometiendo un penalti que cambió el rumbo del partido. Un minuto después, la ventaja del equipo se
torna en un empate a tres y se produce la sustitución de Benzema, único
delantero, por Varane, defensa central.
En el minuto 83, y tras un nuevo penalti, el Barcelona se pone por
delante, y hay que esperar al minuto 89 para ver la entrada de Morata en el
terreno de juego. Es decir, el Real Madrid
juega sin delantero por espacio de 26 minutos, de los cuales, seis de ellos los
hace perdiendo y con poco margen para darle la vuelta a la situación.
El día anterior,
el Real Madrid Castilla sufrió la expulsión de su ¡también único delantero!,
Raúl de Tomás en el minuto 10 de partido.
Como no se trata de la expulsión de un defensa, no es necesario
introducir ningún cambio para mantener ese supuesto equilibrio táctico, que tan
solo lo es en la zona zaguera del equipo.
Cabe preguntarse si un equipo que juega sin delanteros está realmente equilibrado,
pero la cuestión es que el Castilla pierde el partido mientras Sobrino ve el
partido desde el banquillo hasta el minuto 83.
Son, por tanto 73 minutos jugando sin delantero.
Entre ambos,
totalizaron 99 minutos sin ariete sobre al terreno de juego aunque eso sí, los
árbitros fueron los culpables de ambas derrotas por lo injustas de las
expulsiones. Manteniendo al margen, como
me parece siempre oportuno, la polémica arbitral, me da la sensación de que tal
vez deberían reflexionar sobre esta cuestión.
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