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Si el prefijo “co” indica igualdad de
condiciones con otro, ¿por qué tantos periodistas se empeñan en llamar “colíder”
al segundo clasificado cuando tiene los mismos puntos que el primero?
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Si el adjetivo “zurdo” solo es aplicable a una
persona, ¿por qué otros muchos periodistas utilizan formas del tipo “la pierna
zurda” o “el perfil zurdo”?
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Si el fútbol es un deporte de equipo, ¿por qué
llevamos nueve meses pendientes de quién ganará el dichoso Balón de Oro?
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Si un extremo es un delantero, ¿por qué llamamos
así a un centrocampista de banda? Entonces, ¿por qué decirnos que un equipo
juega un sistema de juego 4-3-3 cuando, en realidad, juega un 4-5-1 o un
4-2-3-1?
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Si el fútbol es de los futbolistas y de los
aficionados, ¿por qué permitimos que los clubes tengan dueños?
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Si seguimos pidiendo fútbol en Navidad por el
bien de nuestros hijos, aún cuando sea un fastidio para los jugadores, ¿por qué
nos hemos acostumbrado a la liga en viernes, lunes y a las 10 de la noche?
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Si el fútbol se compone de ataque y defensa,
¿por qué se dice que un equipo “está muy trabajado” cuando defiende duro aunque
no ofrezca nada en ataque?
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Si “equilibrio” significa mantenimiento de un
estatus, ¿por qué se dice que un equipo mantiene el equilibrio cuando nadie
rompe líneas en ataque? ¿No será que
solo interesa el equilibrio cuando es defensivo?
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Si nos gustan los jugadores que desbordan, los
creativos, los que inventan jugadas, ¿por qué se le da mucho más valor al
equipo que juega “con las líneas muy juntitas”?
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Si los partidos tienen 90 minutos, ¿por qué
tantos entrenadores llegan satisfechos con 0-0 hasta mediada la segunda parte
justificando que han conseguido “madurar el partido”?
Creo, y esto es una opinión personal, que el fútbol hace tiempo que dejó de ser un deporte. Las categorías inferiores toman como reflejo a unos jugadores profesionales con Ferraris, casas de lujo y novias de porcelana que distan mucho de la realidad a las que "los pequeños" se enfrentan.
ResponderEliminarLos ídolos de las generaciones actuales ya no son escritores, periodistas, directores de cine o científicos. Es más. Me atrevería a decir que, cosas de la vida, ese pensamiento intelectual ha sido sustituido por el acto inmoral de cobrar millones por jugar al fútbol.
Los valores por los que se ciñe un deporte desaparecen en el fútbol ante la apabullante inversión monetaria de este 'pequeño mundo', y con él, el espíritu del mismo. Ha ocurrido igual con la Fórmula 1, entre otros deportes a añadir. Cualquiera que vea este deporte se dará cuenta que ya no importa el espectador, el espectáculo, sino el comprador de neumáticos, el vendedor de alerones y el inversor bursátil. Allá donde el dinero ha incrustado excesivamente sus garras, cualquier atisbo de espíritu deportivo ha sido puesto en peligro.
Un saludo, @adriantsn